miércoles, 11 de septiembre de 2013

En el autobús

En los autobuses es muy normal que se pueda subir por la parte de atrás o por la puerta de delante sin tener que enseñar el título de transporte. Hay veces que el conductor lo pide al acceder al autobús pero en muchas ocasiones sólo hay que subir y sentarse.

Las líneas de autobús de Ingolstadt se pueden ver en este enlace:

http://www.invg.de/

Una diferencia con los autobuses en Madrid es que se sabe exactamente a qué hora va a pasar el autobús por la parada. Y son puntualísimos.

Los autobuseros en Ingolstadt son un tema aparte. Los hay supermajos como es el caso del que se encontró mis guantes abandonados y me los guardó varios días hasta que volví a coger el bus, y los hay superamargados como es el caso de el del otro día.

Llego a la parada un minuto antes de la hora indicada en el horario de buses. Veo de lejos que está el bus parado en la parada y arranco a correr para que perciba mi intención de coger el bus el autobusero. Justo cuando llego a la parada y voy a echar el pie, me cierra la puerta mientras me mira a los ojos directamente y hace un gesto de "huy, se siente. El próximo pasa en media hora". A todo esto el bus estaba parado con las puertas abiertas y nadie subía ni bajaba. Pero el tío a sangre fría me esperó a que llegara corriendo para cerrarme la puerta.

Pero no fue el único. Otro día misma operación. Llego corriendo a coger el bus y veo que me cierra la puerta y arranca el bus a paso tortuga pues el semáforo a dos metros estaba cerrado para los coches. Yo con la misma sangre fría ando a la par de la puerta del autobús hasta el semáforo (o sea, dos metros) y me paro en el semáforo junto al bus y sigo  mirando al conductor al que le debió de remover algo en no sé dónde de su gesto de piedra y me abrió la puerta.

Tampoco se cortan a la hora de poner orden en el bus. Un día íbamos máximo diez personas en el bus y el que iba sentado detrás del conductor, un chico negro hablando inglés a voces por teléfono, le empezó a cansinear con las voces que iba dando. El autobusero no se cortó y le gritó en alemán que no iba él sólo en el bus para que fuera dando esas voces por teléfono.

Hoy ha subido un hombre con dos cafés en la mano y un bollo y el autobusero ha dejado el volante, se ha ido hacia él que estaba sentado y le ha dicho que eso se lo tomara después del viaje.

También es muy curioso ver cómo de repente el autobusero pide permiso, para el autobús, cruza la calle del pueblo, entra, compra pan en una panadería y vuelve a subirse al bus para seguir el viaje. Un día nos preguntó uno a uno (yo iba sentada detrás de él y no me vio). Cuando subió al autobús después de comprar el pan, me pidió disculpas por no haberme preguntado a mí.

También hay una autobusera a la que su amiga la espera todas las mañanas en una esquina para darle un vaso de café recién hecho.

La zona central como en Madrid está reservada a carritos y andadores de la gente mayor y el primer asiento de la zona de atrás, que da justo a esa zona central, también está reservado a la gente mayor para que viaje al lado de su andador.

Con los perros se puede subir uno en el autobús, que viene siendo muy peculiar cuando dos perros se juntan y les da por ladrarse.

Viajar en el autobús es caro. Depende de las zonas pero puede salir por 2,50 euros un viaje. Venden unas tarjetas de distintos tipos. Hay unas que son unos cartoncillos en los que se pica un número de casillas en función de la distancia del viaje. Hay otras tarjetas mensuales que pueden salir a unos 60 euros el mes. También para la gente que tiene que coger el autobús por trabajo, hay veces que se puede conseguir a través de la empresa una job card. Puede salir a unos 360 euros el año. Con estas tarjetas se puede viajar en una serie de zonas (dependiendo de lo que se haya contratado) y tanto días laborables como festivos aunque no sea por trabajo el viaje en bus.

Aquí no hay la costumbre de levantar el brazo en la parada para que el autobús sepa que tiene que hacer la parada. En cuanto hay alguien en la parada, se para.

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